El siglo XXI
muestra una tendencia hacia una ampliación de la demanda global, por alimento
con una conciencia ambiental enfocada en la sostenibilidad de
los sistemas de producción, adoptando medidas para desacelerar el agotamiento
de los recursos naturales, reducir el efecto invernadero a fin de atenuar los
efectos del cambio climático, lo cual implica la utilización
de energías renovables. La materia prima se obtiene mediante el cultivo de variedades de alta densidad energética o aprovechamiento de residuos y
desechos orgánicos. El desarrollo de los biocombustibles representa una
oportunidad importante para la agricultura. La redistribución de la renta
generada implica la ampliación de la
oferta de empleo y renta (importante en
un plan fiscal) contribuyendo a fortalecer el desarrollo económico del
país. Entonces ¿cuál es la sustentabilidad real de la producción de
biocombustibles? La disponibilidad de
tierra arable para la producción de especies de alta densidad energética. La
producción de biocombustibles desarrollada de manera racional y planificada
puede impactar positivamente la agricultura. La indagación y el acopio de
residuos y desechos orgánicos. (Aceites de frituras usados y grasas animal o
vegetal) es una bonita alternativa viable en nuestro país.
Tomando en consideración muchos de los aspectos contemplados para una productividad de alternativas energéticas como los biocombustibles biodiesel, bioetanol, que considero los más propicios para ser desarrollados en nuestro país, según las implicaciones que estos tengan, menores a sus ventajas; es cien por ciento factible el que en Costa Rica produzcamos tales biocombustibles. Existe materia prima necesaria, cultivable o colectable, para lo cual se debe de tener en consideración el origen de ésta, a saber, si es maíz, tallos de maíz, sorgo, palma o caña de azúcar que son los productos que eventualmente se podrían cultivar con mayor productividad, dadas las condiciones de suelo y climáticas nuestras, se establecería entonces una política nacional o regional para la conformación, planificación y regulación de los mismos, con el fin de no caer en una sobreutilización del terreno y consecuentemente en una mono cultivación.
Las políticas nacionales o regionales para la producción de combustibles de origen biológico, de manera renovable, considero que tendrán que ver con la misión y la visión con la que responda a las necesidades, a la oferta y la demanda existentes o establecidas; asimismo de la producción sostenible de estos biocombustibles sin colocar en riesgo la producción alimentaria nacional o regional de productos tradicionales. El análisis costo / beneficio es imperante para el éxito del proyecto, así como la demanda por biocombustible que pudiese generar una mayor concentración de la producción y tenencia de la tierra, es decir una siembra intercalada.
Ahora bien si generamos una improvisación y nos lanzamos hacia la aventura sin nada de lo anterior, probablemente la implicaciones económicas y sociales serían desastrosas. ¿Cómo cuales?, veamos: en lo referente a implicaciones económicas se iniciaría por una campaña exploratoria de viabilidad, oferta y demanda, que por supuesto requiere una inversión económica, consultorías y otros; asimismo el levantamiento de información, otra inversión.
Los costes de producción de los cultivos: deberá cuantificarse la rentabilidad para un producto, como por ejemplo el maíz, caña de azúcar, palma, hablemos de los insumos a emplear (esto que no estamos tomando en cuenta que los monocultivos aumentan la vulnerabilidad de las pestes, máxime en Costa Rica que tenemos un clima un tanto volátil). En Estados Unidos por ejemplo, la utilización de maíz provocó que los precios de los alimentos tendieran a multiplicarse hasta casi tres veces; si se promueve la implementación de un monocultivo, se pueden abandonar las prácticas de rotación de cultivos y afectaría no solo la disponibilidad de otros alimentos, sino que probablemente la explotación de estos, quedarían en manos de la empresa privada o de una concesionaria, lo que implicaría fuga de divisas.
Existe un cuestionamiento interesante realizado por algunos investigadores respecto a la baja densidad o eficiencia energética del etanol (bioetanol) con respecto a los combustibles fósiles, pues establecen que el etanol requiere más energía fósil producirla, que la que produce, establecen que 1,3 gal de combustible fósil son necesarios para producir 1 gal de diesel, o que 3 gal de etanol remplazan 2 gal de gasolina, este es un asunto en el que todos los países del área que han desarrollado ya su producción, coinciden.
Añadamos a lo anterior el costo del capital, capacidad de la planta productora de biocombustible, costes de tecnología, costes de la materia prima y productos.
Termino señalando algunas repercusiones económicas que involucran implicaciones y ventajas: el aumento de impuesto sobre la renta, aumento de las inversiones en planta y equipo, sostenibilidad, diversidad de los combustibles, desarrollo agrícola, competitividad nacional y reduciría la dependencia en la importación del petróleo (esto por supuesto tendría un impacto de buen análisis de RECOPE)
Por otro lado, el análisis de las implicaciones sociales dan al traste con algunas situaciones por citar, el grano genéticamente modificado (semillas transgénicas) desplazaría a muchos agricultores, agudizando la economía de muchos hogares y en sí la distribución de ingresos y consecuentemente el aumento de la pobreza. No hay una visión de conjunto, lo que afectaría las clases sociales menos privilegiadas, disminuyéndoles su poder adquisitivo, “eso va a generar modificaciones y cambios en el empleo de los individuos y en la distribución del ingreso de las personas” (1).
Debe incluirse una base legal para la comercialización interna y la exportación, así como para la producción y uso de biocombustibles, para garantizar el retorno económico y equilibrio ambiental”
Referencias bibliográfica
Applied Energy (2009). www.elsevier.com/locate/apenergy
(1) Biocombustibles: su impacto social y económico http://infouniversidades.siu.edu.ar/noticia.php
(2) Biocombustibles (Juan Carlos Torrico Albino, 2009) www.ibepa.org
Los impactos ambientales, sociales y económicos de la producción de los biocombustibles en Canadá. www.oag-bvg.gc.ca
Producción de biocombustibles agrícolas en América. www.ecoportal.net
Tomando en consideración muchos de los aspectos contemplados para una productividad de alternativas energéticas como los biocombustibles biodiesel, bioetanol, que considero los más propicios para ser desarrollados en nuestro país, según las implicaciones que estos tengan, menores a sus ventajas; es cien por ciento factible el que en Costa Rica produzcamos tales biocombustibles. Existe materia prima necesaria, cultivable o colectable, para lo cual se debe de tener en consideración el origen de ésta, a saber, si es maíz, tallos de maíz, sorgo, palma o caña de azúcar que son los productos que eventualmente se podrían cultivar con mayor productividad, dadas las condiciones de suelo y climáticas nuestras, se establecería entonces una política nacional o regional para la conformación, planificación y regulación de los mismos, con el fin de no caer en una sobreutilización del terreno y consecuentemente en una mono cultivación.
Las políticas nacionales o regionales para la producción de combustibles de origen biológico, de manera renovable, considero que tendrán que ver con la misión y la visión con la que responda a las necesidades, a la oferta y la demanda existentes o establecidas; asimismo de la producción sostenible de estos biocombustibles sin colocar en riesgo la producción alimentaria nacional o regional de productos tradicionales. El análisis costo / beneficio es imperante para el éxito del proyecto, así como la demanda por biocombustible que pudiese generar una mayor concentración de la producción y tenencia de la tierra, es decir una siembra intercalada.
Ahora bien si generamos una improvisación y nos lanzamos hacia la aventura sin nada de lo anterior, probablemente la implicaciones económicas y sociales serían desastrosas. ¿Cómo cuales?, veamos: en lo referente a implicaciones económicas se iniciaría por una campaña exploratoria de viabilidad, oferta y demanda, que por supuesto requiere una inversión económica, consultorías y otros; asimismo el levantamiento de información, otra inversión.
Los costes de producción de los cultivos: deberá cuantificarse la rentabilidad para un producto, como por ejemplo el maíz, caña de azúcar, palma, hablemos de los insumos a emplear (esto que no estamos tomando en cuenta que los monocultivos aumentan la vulnerabilidad de las pestes, máxime en Costa Rica que tenemos un clima un tanto volátil). En Estados Unidos por ejemplo, la utilización de maíz provocó que los precios de los alimentos tendieran a multiplicarse hasta casi tres veces; si se promueve la implementación de un monocultivo, se pueden abandonar las prácticas de rotación de cultivos y afectaría no solo la disponibilidad de otros alimentos, sino que probablemente la explotación de estos, quedarían en manos de la empresa privada o de una concesionaria, lo que implicaría fuga de divisas.
Existe un cuestionamiento interesante realizado por algunos investigadores respecto a la baja densidad o eficiencia energética del etanol (bioetanol) con respecto a los combustibles fósiles, pues establecen que el etanol requiere más energía fósil producirla, que la que produce, establecen que 1,3 gal de combustible fósil son necesarios para producir 1 gal de diesel, o que 3 gal de etanol remplazan 2 gal de gasolina, este es un asunto en el que todos los países del área que han desarrollado ya su producción, coinciden.
Añadamos a lo anterior el costo del capital, capacidad de la planta productora de biocombustible, costes de tecnología, costes de la materia prima y productos.
Termino señalando algunas repercusiones económicas que involucran implicaciones y ventajas: el aumento de impuesto sobre la renta, aumento de las inversiones en planta y equipo, sostenibilidad, diversidad de los combustibles, desarrollo agrícola, competitividad nacional y reduciría la dependencia en la importación del petróleo (esto por supuesto tendría un impacto de buen análisis de RECOPE)
Por otro lado, el análisis de las implicaciones sociales dan al traste con algunas situaciones por citar, el grano genéticamente modificado (semillas transgénicas) desplazaría a muchos agricultores, agudizando la economía de muchos hogares y en sí la distribución de ingresos y consecuentemente el aumento de la pobreza. No hay una visión de conjunto, lo que afectaría las clases sociales menos privilegiadas, disminuyéndoles su poder adquisitivo, “eso va a generar modificaciones y cambios en el empleo de los individuos y en la distribución del ingreso de las personas” (1).
Debe incluirse una base legal para la comercialización interna y la exportación, así como para la producción y uso de biocombustibles, para garantizar el retorno económico y equilibrio ambiental”
Referencias bibliográfica
Applied Energy (2009). www.elsevier.com/locate/apenergy
(1) Biocombustibles: su impacto social y económico http://infouniversidades.siu.edu.ar/noticia.php
(2) Biocombustibles (Juan Carlos Torrico Albino, 2009) www.ibepa.org
Los impactos ambientales, sociales y económicos de la producción de los biocombustibles en Canadá. www.oag-bvg.gc.ca
Producción de biocombustibles agrícolas en América. www.ecoportal.net
"ALIMENTACION INTELIGENTE PARA UNA VIDA SANA"
Cuando un nutricionista habla de una alimentación inteligente, establece
dos enfoques importantes: la cantidad de alimento que se ingesta
y la calidad
de ese alimento; por lo que una herramienta que nos ayuda a seleccionar el tipo
de alimento que conviene para mejorar nuestra calidad de vida, la podemos
encontrar en los llamados alimentos
funcionales, los cuales hoy día encontramos con gran
disponibilidad en el mercado.
La pregunta que surge de seguido es entonces: ¿qué es un alimento funcional? A partir de aquí, podemos establecer una serie de posibles respuestas, pero de todas ellas anotemos que: un alimento funcional es aquel alimento al que se le adiciona un ingrediente, un componente o nutriente no clásico (carbohidratos, lípidos o proteínas), el cual propone aportar un beneficio a la salud; es decir presenta un efecto selectivo sobre una o varias funciones del organismo, con un efecto añadido por encima de su valor nutricional y cuyos efectos benéficos mejoran el estado de salud de las personas, reduciendo el riesgo de enfermedad por la alimentación. Se recomienda que este se incorpore en la dieta en forma natural y continua de manera que se complemente con una dieta balanceada y con actividad física.
Las investigaciones que han surgido más recientemente acerca del tema, van más allá de los nutrientes clásicos, aunque la “fiebre funcional” inició en Japón y Estados Unidos ya hace más de 30 años; siendo Japón el país donde se le asigna el nombre de alimento funcional, comenzando como una investigación en la modificación de los componentes alimentarios. Se le ha dado también el nombre de nutraceutico como quién no está frente a un alimento propiamente dicho, sino ante algunos componentes del mismo; aunque varios otros especialistas discrepan acerca del uso de este sinónimo, pues establecen que el concepto tiene connotaciones de medicamento y tal conceptualización no debe tener relación con un alimento funcional.
Los alimentos funcionales pueden estar diseñados para toda la población en general o bien para colectivos particulares de la misma o para determinada edad o condición, así por ejemplo encontramos en la línea de los lácteos, que ha sido el vehículo favorito de los costarricenses para alimentos funcionales; ácidos grasos marinos como el DHA (ácido docosahexanoico), que ayuda en los niños al desarrollo visual y cerebral, el EPA (ácido eicosapentanoico), que ayudan a disminuir enfermedades cardiovasculares, Fibralac, leche con un componente de fibra dietética no soluble que ayuda al tránsito intestinal, el té verde que contiene EGCG (epigalocatequingalacto), un antioxidante natural del te verde que acelera el metabolismo y es más eficiente en la utilización de la grasa, el Bio – balance con un probiótico activo B lactis, que ayuda a regular el tránsito intestinal, manteniendo en equilibrio el sistema digestivo, las leches enriquecidas con ácido Omega - 3, los yogures son bifidobacterias o con prebióticos, que son sustancias (como la inulina o la oligofructosa) que favorecen la proliferación en el intestino de flora beneficiosa, pero que no llevan la flora incorporada en el alimento. Además hay muchos compuestos enriquecidos con fibra, como son los cereales y con fibra de muchas hortalizas, que en muchos casos tienen mejores propiedades que la fibra de los cereales. En las margarinas se han incluido fitoesteroles que son sustancias que disminuyen la absorción de colesterol y facilitan su eliminación. Otros productos con los zumos con antioxidantes, para mencionar algunos ejemplos de alimentos funcionales más comunes.
Así encontramos entre los componentes destacados como alimentos funcionales distintas variedades de ellos, entre los cuales citamos: distintos tipod de fibras con propiedades diferenciadas (unas favorecen el tránsito intestinal, otras contribuyen en la prevención de alteraciones, enfermedades, síndromes o fisiopatologías nutricionales), azúcares alcoholes, como los polioles que son azúcares de baja energía, menos calóricos y no afectan los niveles de glucosa sanguínea, aminoácidos, ácidos grasos insaturados (como los mencionados anteriormente: EPA y DHA), los fibroesteroles, las vitaminas y minerales, antioxidantes (como EGCG del te verde, la vitamina C y E, zinc, magnesio), las bacterias ácido – lácteas y sustancias tranquilizantes.
Existen muchas cuestiones acerca de estos alimentos que todavía se desconocen; aún no se ha establecido si la cantidad de nutrientes de algunos de estos productos se absorben adecuadamente, ni qué cantidad con exactitud debe tomarse para que se consiga un efecto positivo, ni si puede haber un riesgo de ingesta excesiva o toxicidad. Por tanto, aunque los alimentos funcionales son susceptibles de mejorar la salud, hay que valorarlos en su justa medida y disfrutar de ellos sabiendo que, si bien no son la panacea para todos los males, resultan beneficiosos y aportan un complemento saludable a una dieta apropiada y a un estilo de vida activo.
La Unión Europea ha lanzado una nueva red de alimentos funcionales destinada a la industria alimentaria. Hasta el momento, la red ya ha evaluado unos 50 alimentos, entre ellos productos lácteos, cereales, refrescos, aceites, bebidas deportivas, verduras, carne y huevos.
Tomás Barberán es Coordinador de Tecnología de Alimentos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y experto en alimentos funcionales, productos con propiedades fisiológicas más allá de las nutricionales, como las leches enriquecidas, los zumos con antioxidantes o los alimentos con fibra incorporada. Tomás defiende la utilidad de este tipo de alimentos “si van acompañados de una alimentación saludable” y su seguridad, aunque advierte que muchas veces “los beneficios no están totalmente contrastados”.
Los alimentos funcionales, a diferencia de los medicamentos, siguen siendo alimentos y se consumen como parte de la dieta aunque tengan efectos beneficiosos. Un yogur tiene propiedades fisiológicas, y más si es un yogur con lactobacilus o bifidobacterias. Un zumo estándar tiene propiedades beneficiosas, y más si está enriquecido con antioxidantes.
Los alimentos funcionales presentan una serie de características que los hacen distinguirse de los nutrientes clásicos, entre las cuales podemos citar:
1. Son alimentos procesados: presentan una eliminación, una reducción o bien una adición de un componente que presenta un efecto positivo.
2. No deben constituir la base de la alimentación habitual pues su finalidad es complementar la función nutritiva.
3. Estos deben presentarse al público sin perder sus características comunes como su olor, color, sabor o textura, así como tampoco deben tener una presentación como cápsulas o comprimidos, pues no son medicamentos y además deben ser consumidos como parte de la alimentación normal.
Probióticos
Los probióticos son microorganismos y sustancias que contribuyen al equilibrio microbiano intestinal, para restituir la población del medio interno y proteger la integridad intestinal. Formas comunes de probióticos son Lactobacillus y Bífido Bacterium, quienes inhiben el desarrollo de bacterias tóxicas. Al competir con los sitios de adhesión y nutrimentos, estas bacterias benéficas, inhiben la proliferación de microorganismos patógenos. Estos producen ácidos orgánicos que reducen el pH intestinal y retardan el crecimiento de bacterias patógenas sensibles al ácido. A un pH optimo, los ácidos orgánicos generados por las bacterias benéficas se solubilizan en la membrana celular de bacterias patógenas, bloqueando así el transporte de sustancias de crecimiento necesarias, acidifican los interiores celulares y ejercen otras influencias inhibitorias sobre su crecimiento. Son capaces de reducir significativamente la colonización y translocación de enteros patógenos a ganglios linfáticos mesentéricos. Refuerzan la barrera mucosa intestinal y modulan la respuesta inmune.
Entre las vías de administración de los probióticos tenemos:
1. En forma natural en alimentos
2. Como suplemento en alimentos
3. Como agente bioterapéutico o bioprotector o bioprofiláctico.
La incorporación de estos cultivos a los alimentos es más o menos dificultosa, por las condiciones que necesitan para desarrollarse, aunque entre ellas destacaremos que necesitan atmósferas anaeróbicas y pH entre 5,6 y 7.
Prebióticos
Los prebióticos son productos alimenticios no digeribles o fibra que estimula el crecimiento de especies bacterianas, están presentes en el colon y mejoran la salud del huésped, contiene sustratos que nutren a la microbiota o microflora intestinal benéfica. Son sustratos la fibra alimentaria y los fructoligosacáridos (FOS), que son azúcares simples de cadena corta (neo azúcares), con una longitud de 3 a 10 unidades de monómeros, de los cuales por lo menos dos, son fructuosa. Se dividen en tres categorías según el número de unidades de fructuosa que contienen.
Los azúcares de los fructoligosacáridos están vinculados entre sí por enlaces no digeribles que no pueden ser hidrolizados por las enzimas del intestino delgado, de manera que los carbohidratos de estos compuestos pasan sin digerirse al intestino grueso. Las fuentes de prebióticos son: miel, cerveza, cebolla, espárragos, centeno, alcachofa, plátano, azúcar de arce o maple, avena, y cebollinos chinos. Estos FOS estimulan selectivamente el crecimiento de bacterias benéficas y bifidobacterias y Lactobacillus, las que reducen bacterias patógenas como salmonella y Clostridium en el tubo digestivo, estos neo azúcares, producen aumento de bifidobacterias y disminuyen la actividad glucoronidasa beta.
Dentro de las características que se destacan en estos prebióticos tenemos:
1. Son de Origen humano.
2. Son resistente a la acidez y toxicidad de la bilis.
3. Se adhieren a las células intestinales epiteliales.
4. Colonizan el tubo digestivo.
5. Entran en competencia con los gérmenes patógenos.
6. Producen agentes antimicrobianos.
7. Modulan el sistema inmunitario.
8. Presentan efectos demostrados en humanos.
9. Son aceptados desde el punto de vista reglamentario.
Algunos beneficios de los prebióticos muestran efectos sobre los factores de riesgo de la diarrea y el cáncer de colon, ambos reposan en la neutralización de la agresión y en la mejora de la capacidad de reparación.
La pregunta que surge de seguido es entonces: ¿qué es un alimento funcional? A partir de aquí, podemos establecer una serie de posibles respuestas, pero de todas ellas anotemos que: un alimento funcional es aquel alimento al que se le adiciona un ingrediente, un componente o nutriente no clásico (carbohidratos, lípidos o proteínas), el cual propone aportar un beneficio a la salud; es decir presenta un efecto selectivo sobre una o varias funciones del organismo, con un efecto añadido por encima de su valor nutricional y cuyos efectos benéficos mejoran el estado de salud de las personas, reduciendo el riesgo de enfermedad por la alimentación. Se recomienda que este se incorpore en la dieta en forma natural y continua de manera que se complemente con una dieta balanceada y con actividad física.
Las investigaciones que han surgido más recientemente acerca del tema, van más allá de los nutrientes clásicos, aunque la “fiebre funcional” inició en Japón y Estados Unidos ya hace más de 30 años; siendo Japón el país donde se le asigna el nombre de alimento funcional, comenzando como una investigación en la modificación de los componentes alimentarios. Se le ha dado también el nombre de nutraceutico como quién no está frente a un alimento propiamente dicho, sino ante algunos componentes del mismo; aunque varios otros especialistas discrepan acerca del uso de este sinónimo, pues establecen que el concepto tiene connotaciones de medicamento y tal conceptualización no debe tener relación con un alimento funcional.
Los alimentos funcionales pueden estar diseñados para toda la población en general o bien para colectivos particulares de la misma o para determinada edad o condición, así por ejemplo encontramos en la línea de los lácteos, que ha sido el vehículo favorito de los costarricenses para alimentos funcionales; ácidos grasos marinos como el DHA (ácido docosahexanoico), que ayuda en los niños al desarrollo visual y cerebral, el EPA (ácido eicosapentanoico), que ayudan a disminuir enfermedades cardiovasculares, Fibralac, leche con un componente de fibra dietética no soluble que ayuda al tránsito intestinal, el té verde que contiene EGCG (epigalocatequingalacto), un antioxidante natural del te verde que acelera el metabolismo y es más eficiente en la utilización de la grasa, el Bio – balance con un probiótico activo B lactis, que ayuda a regular el tránsito intestinal, manteniendo en equilibrio el sistema digestivo, las leches enriquecidas con ácido Omega - 3, los yogures son bifidobacterias o con prebióticos, que son sustancias (como la inulina o la oligofructosa) que favorecen la proliferación en el intestino de flora beneficiosa, pero que no llevan la flora incorporada en el alimento. Además hay muchos compuestos enriquecidos con fibra, como son los cereales y con fibra de muchas hortalizas, que en muchos casos tienen mejores propiedades que la fibra de los cereales. En las margarinas se han incluido fitoesteroles que son sustancias que disminuyen la absorción de colesterol y facilitan su eliminación. Otros productos con los zumos con antioxidantes, para mencionar algunos ejemplos de alimentos funcionales más comunes.
Así encontramos entre los componentes destacados como alimentos funcionales distintas variedades de ellos, entre los cuales citamos: distintos tipod de fibras con propiedades diferenciadas (unas favorecen el tránsito intestinal, otras contribuyen en la prevención de alteraciones, enfermedades, síndromes o fisiopatologías nutricionales), azúcares alcoholes, como los polioles que son azúcares de baja energía, menos calóricos y no afectan los niveles de glucosa sanguínea, aminoácidos, ácidos grasos insaturados (como los mencionados anteriormente: EPA y DHA), los fibroesteroles, las vitaminas y minerales, antioxidantes (como EGCG del te verde, la vitamina C y E, zinc, magnesio), las bacterias ácido – lácteas y sustancias tranquilizantes.
Existen muchas cuestiones acerca de estos alimentos que todavía se desconocen; aún no se ha establecido si la cantidad de nutrientes de algunos de estos productos se absorben adecuadamente, ni qué cantidad con exactitud debe tomarse para que se consiga un efecto positivo, ni si puede haber un riesgo de ingesta excesiva o toxicidad. Por tanto, aunque los alimentos funcionales son susceptibles de mejorar la salud, hay que valorarlos en su justa medida y disfrutar de ellos sabiendo que, si bien no son la panacea para todos los males, resultan beneficiosos y aportan un complemento saludable a una dieta apropiada y a un estilo de vida activo.
La Unión Europea ha lanzado una nueva red de alimentos funcionales destinada a la industria alimentaria. Hasta el momento, la red ya ha evaluado unos 50 alimentos, entre ellos productos lácteos, cereales, refrescos, aceites, bebidas deportivas, verduras, carne y huevos.
Tomás Barberán es Coordinador de Tecnología de Alimentos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y experto en alimentos funcionales, productos con propiedades fisiológicas más allá de las nutricionales, como las leches enriquecidas, los zumos con antioxidantes o los alimentos con fibra incorporada. Tomás defiende la utilidad de este tipo de alimentos “si van acompañados de una alimentación saludable” y su seguridad, aunque advierte que muchas veces “los beneficios no están totalmente contrastados”.
Los alimentos funcionales, a diferencia de los medicamentos, siguen siendo alimentos y se consumen como parte de la dieta aunque tengan efectos beneficiosos. Un yogur tiene propiedades fisiológicas, y más si es un yogur con lactobacilus o bifidobacterias. Un zumo estándar tiene propiedades beneficiosas, y más si está enriquecido con antioxidantes.
Los alimentos funcionales presentan una serie de características que los hacen distinguirse de los nutrientes clásicos, entre las cuales podemos citar:
1. Son alimentos procesados: presentan una eliminación, una reducción o bien una adición de un componente que presenta un efecto positivo.
2. No deben constituir la base de la alimentación habitual pues su finalidad es complementar la función nutritiva.
3. Estos deben presentarse al público sin perder sus características comunes como su olor, color, sabor o textura, así como tampoco deben tener una presentación como cápsulas o comprimidos, pues no son medicamentos y además deben ser consumidos como parte de la alimentación normal.
Probióticos
Los probióticos son microorganismos y sustancias que contribuyen al equilibrio microbiano intestinal, para restituir la población del medio interno y proteger la integridad intestinal. Formas comunes de probióticos son Lactobacillus y Bífido Bacterium, quienes inhiben el desarrollo de bacterias tóxicas. Al competir con los sitios de adhesión y nutrimentos, estas bacterias benéficas, inhiben la proliferación de microorganismos patógenos. Estos producen ácidos orgánicos que reducen el pH intestinal y retardan el crecimiento de bacterias patógenas sensibles al ácido. A un pH optimo, los ácidos orgánicos generados por las bacterias benéficas se solubilizan en la membrana celular de bacterias patógenas, bloqueando así el transporte de sustancias de crecimiento necesarias, acidifican los interiores celulares y ejercen otras influencias inhibitorias sobre su crecimiento. Son capaces de reducir significativamente la colonización y translocación de enteros patógenos a ganglios linfáticos mesentéricos. Refuerzan la barrera mucosa intestinal y modulan la respuesta inmune.
Entre las vías de administración de los probióticos tenemos:
1. En forma natural en alimentos
2. Como suplemento en alimentos
3. Como agente bioterapéutico o bioprotector o bioprofiláctico.
La incorporación de estos cultivos a los alimentos es más o menos dificultosa, por las condiciones que necesitan para desarrollarse, aunque entre ellas destacaremos que necesitan atmósferas anaeróbicas y pH entre 5,6 y 7.
Prebióticos
Los prebióticos son productos alimenticios no digeribles o fibra que estimula el crecimiento de especies bacterianas, están presentes en el colon y mejoran la salud del huésped, contiene sustratos que nutren a la microbiota o microflora intestinal benéfica. Son sustratos la fibra alimentaria y los fructoligosacáridos (FOS), que son azúcares simples de cadena corta (neo azúcares), con una longitud de 3 a 10 unidades de monómeros, de los cuales por lo menos dos, son fructuosa. Se dividen en tres categorías según el número de unidades de fructuosa que contienen.
Los azúcares de los fructoligosacáridos están vinculados entre sí por enlaces no digeribles que no pueden ser hidrolizados por las enzimas del intestino delgado, de manera que los carbohidratos de estos compuestos pasan sin digerirse al intestino grueso. Las fuentes de prebióticos son: miel, cerveza, cebolla, espárragos, centeno, alcachofa, plátano, azúcar de arce o maple, avena, y cebollinos chinos. Estos FOS estimulan selectivamente el crecimiento de bacterias benéficas y bifidobacterias y Lactobacillus, las que reducen bacterias patógenas como salmonella y Clostridium en el tubo digestivo, estos neo azúcares, producen aumento de bifidobacterias y disminuyen la actividad glucoronidasa beta.
Dentro de las características que se destacan en estos prebióticos tenemos:
1. Son de Origen humano.
2. Son resistente a la acidez y toxicidad de la bilis.
3. Se adhieren a las células intestinales epiteliales.
4. Colonizan el tubo digestivo.
5. Entran en competencia con los gérmenes patógenos.
6. Producen agentes antimicrobianos.
7. Modulan el sistema inmunitario.
8. Presentan efectos demostrados en humanos.
9. Son aceptados desde el punto de vista reglamentario.
Algunos beneficios de los prebióticos muestran efectos sobre los factores de riesgo de la diarrea y el cáncer de colon, ambos reposan en la neutralización de la agresión y en la mejora de la capacidad de reparación.